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De la raíz a los frutos

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Los mejores frutos de una buena comunicación interna quedan naturalmente a la vista cuando conocemos las prácticas exitosas. Los logros cualitativos, como el entendimiento laboral, la sinergia de los equipos y el sentido en el trabajo son parte del resultado más valorado y visible. Al mismo tiempo, en términos cuantitativos, también da gusto avistar en esas prácticas cómo florece la productividad en la empresa, la eficiencia en los procesos y el retorno sobre la inversión en el cuadro financiero. Esos beneficios se ven a simple vista, surgen en la superficie como consecuencia de una buena estrategia, se destacan al observar un caso bien gestionado. Las mejores prácticas son las hojas verdes, las flores o los frutos de un árbol frondoso y vital.

“Los mejores frutos del árbol son las prácticas exitosas”

Al analizar las comunicaciones internas con esta metáfora aparecen otras partes del árbol con las que pueden hacerse comparaciones similares. Las ramas podrían figurarse como los soportes de comunicación que sustentan las prácticas o como canales que les llevan vida. Ellos son los medios escritos, las acciones cara a cara, las mediciones sistemáticas y las capacitaciones especializadas. Esos cuatro canales operan como si fueran las cepas centrales del árbol. A partir de su soporte neurálgico el resto de la vegetación se ramifica en aplicaciones, productos, tácticas y soluciones.

“Las ramas soportan aplicaciones, productos, tácticas y soluciones”

Continuando la comparación, más abajo aparece el tronco del árbol, que en la figura retórica representa la estrategia. Es la parte que sostiene toda la estructura de aplicaciones y productos que reverdecen y florecen en lo alto, como mejores prácticas.

“El tronco del árbol es la estrategia”

A través de ese tronco estratégico sube la savia que alimenta a las ramas y empuja con vida a las hojas, flores y frutos. Todo esto es la parte visible del árbol. Es la parte bella y admirable del “Árbol de la vida”, la inefable pintura del austríaco Gustav Klimt.

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“Árbol de la vida” Gustav Klimt (1909)

Pero más allá del cuadro o del paisaje, lejos de la vista de todos, es posible adivinar otra parte vital de ese árbol: la raíz. Nadie ignora que está bajo tierra, pero pocas veces se la recuerde con justicia o se la referencie con equidad. De todas maneras la raíz igual realiza su difícil tarea, anónima e irreemplazable. Trabaja para que el verde de las hojas sea más verde, para que la belleza de las flores sea más bella o para que el dulzor de los frutos sea más dulce.

“La raíz es la Metodología”

Siguiendo con la metáfora botánica, la raíz representa la metodología de gestión. Figura el conjunto de modelos que sostienen el tronco de la estrategia. Es el método o cimiento del árbol. La simiente o semilla, ayer contraída y hoy infinitamente expandida en el territorio organizacional. Es por eso que allá abajo, ignota, la raíz puede llegar a tener las mismas dimensiones que el propio árbol en la superficie. Se expande para ser el contrapeso del tronco, de las ramas y de los frutos. Se hunde para buscar mejor alimento para la estrategia, las tácticas y los casos. La raíz, en definitiva, es el methodus.

“Methodus significa ‘camino’ en Latín”

Cuando las organizaciones humanas se comparan con metáforas vivas, más allá de motores o mecanismos, algo esencial puede cambiar en ellas. La comunicación puede dejar de ser “aceite” y las personas “engranajes”. Cuando la empresa se considera un organon, un organismo vivo y sistémico, comienza a surgir de manera natural en ella la idea de comunicación como savia (si se compara con vida vegetal) o como sangre (si se compara con vida humana). Lejos de ser inocentes, las metáforas pueden darle un giro completo a aquello que representan. En comunicación organizacional, por ejemplo, aparece la vida, la relatividad, la integralidad. Aparece el concepto de Comunicación Interna integrada.

“La comunicación integrada no es aceite de un motor.
Es la savia de un árbol, o la sangre de un cuerpo”

Si en la superficie se evidencian mejores prácticas, en la profundidad suele haber una metodología. Desde este punto de vista no sorprende saber que las empresas que mejor se desarrollan en el mercado o que más rápido superan las crisis y se adaptan a los cambios, son aquellas que cuentan con modelos de gestión para sus comunicaciones internas. La razón no es difícil de comprender: cuando el árbol quiere ir más alto que el resto del bosque o cuando el medio ambiente se vuelve adverso, y escasea el agua o la luz, la diferencia vital la establece, por lejos, la raíz.

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