
Vladimir trabaja en Moscú, como personal de seguridad. Clara, en Buenos Aires, como personal de limpieza. Separados por 13.000 kilómetros, nunca se han visto. Hasta que una noche, una fortuita video-conferencia los une. Dicen que nuestras vidas no valen gran cosa -susurra en francés Carla Bruni- y todos queremos creer en el amor a primera pantalla. Pero rápidamente termina todo: la canción, el romance, la publicidad. No es una comunicación interna, es una comunicación externa. Volvemos a la realidad: el “cara a cara” es una necesidad y “el día que la comunicación a distancia enamoró a los trabajadores”, una novela.
Artículos relacionados: