ARTÍCULOS DESTACADOS, INTERNALMAN, RedINSIDE 15-3

Por Internalman

¿Quién es Internalman?

Me contó un héroe amigo que conocí hace tiempo en Francia que para comunicar temas complejos hay que asesorarse con niños. O al menos con adultos que puedan pensar como niños. Me decía este amigo, apodado Principito, que los adultos con pensamiento demasiado intelectual suelen ser demasiado enredados. Se enredan sobre todo con la información que aprendieron de memoria. Entonces, cuando se trata de transmitir un tema difícil, me decía este mini-héroe rubio, es importante expresarlo como si uno fuera un niño de, más o menos, seis años. ¿Y cómo comunica un tema difícil alguien de esa edad? Como si se dirigiera a destinatarios que también son niños. O mejor dicho, como si se dirigiera al niño que vive dentro de esos destinatarios. Ese pequeño emisor tomaría un tema complejo y lo comunicaría de manera simple (así lo diría otro superhéroe francés, Edgard Morin). Lo transmitiría a través de una historia, de un cuento, de un relato (los superhéroes gringos le dicen storytelling). Veamos algunos ejemplos.

Imaginemos una noticia extraña, muy extraña, de esas que generan temor o rechazo en los adultos demasiado adultos. En ese caso el comunicador niño usaría metáforas, comparaciones y nombres que sean cercanos para ese público. Supongamos que la noticia fuera: “ha llegado a la tierra un ser de otro planeta” (como dije, algo muy extraño). Agreguemos al comunicado que ese extraterrestre, por un lado, no comprende el daño que los humanos adultos le hacen a la tierra en nombre del progreso y, por el otro, sabe que los humanos adultos lo ven a él como a un forastero indeseable que le puede hacer daño a la tierra. Entonces, ante una noticia así, para empezar, un niño jamás diría que el extraterrestre se llama así, extraterrestre. Primero que nada le pondría un nombre; lo llamaría, por ejemplo, E.T. o Principito. Luego, a partir de esa denominación, contaría la historia de un niño humano que una noche vuela con su bicicleta para salvar a un extraterrestre, o la de un niño extraterrestre que viene de un lejano planeta donde cuidaba a una rosa. No sé si me explico.

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Mi abuela Juana, que apenas sabía leer y escribir, también era una buena asesora en este tema. Si bien ya era viejita cuando la conocí -es decir, cuando nací- sus ojos celestes eran niños, muy niños. Recuerdo que gracias a su ignorancia entendía no solo lo que yo le decía sino también lo que no le decía. ¿Cómo explicarlo? Mi abuela, sin ser gitana, era como una gitana; era adivina. Tenía una mente veloz (cuando digo mente no digo cerebro, ni inteligencia, sino más bien corazón, o corazón con inteligencia). Ella se daba cuenta qué parte de mi cuerpo me dolía cuando yo era bebé, aún cuando yo todavía no sabía hablar y solo sabía llorar (eso lo aprendí enseguida). Mi abuela interpretaba lo que yo decía, lo que yo no decía e incluso lo que yo ni siquiera sabía que me estaba pasando (angustias imprecisas, silencios temerosos, dolores sordos, quejas mínimas). Ahora que lo pienso, mi abuela hubiera sido una gran comunicadora interna.

hansel-gretel

Sin haber ido nunca al colegio, mi súper-abuela sabía cosas que nadie sabía. Creo que porque nunca estudió de memoria. Pero en realidad todas las abuelas saben “cosas” (las comillas indican que esas cosas no aparecen en Google). Un ejemplo de súper-nona es La abuelita de Kundera; al menos eso cuenta -o canta- Joan Manuel Serrat. Pero bien, yo solo puedo contar sobre mi abuela Juana: ¡Narraba Hansel y Gretel como nadie! Como dicen mis súperamigos franceses, ella podía tomar un tema complejo (por duro que sea, digámoslo, el nudo de ese cuento es la antropofagia) y convertirlo en una historia simple (Hansel y Gretel), dejando un mensaje claro (“si te tientas por comer golosinas puedes terminar siendo comido por el tentador”).

Ya he crecido y, gracias a esa simple técnica de storytelling de mi abuelita Juana, pude entender el mensaje profundo que quería transmitirme: La vida adulta está llena de golosinas, generalmente en poder de personas con poder, que, si pueden, te cocinan al horno.

internalman

Internalman (2016)

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