Redactaban juntos el saludo de fin de año de la empresa. Maricel y Martín pensaban el texto.
Debía ser breve. Cálido, cercano, simple. Pero sobre todo breve.
Lograron buen teamwork y una redacción digna hasta el penúltimo renglón. Pero sobre el final vino la discusión.
Ella quería cerrar con paz, amor y prosperidad. Él fue terminante: mejor saquemos amor. Martín argumentó que amor era una palabra personal y no institucional. Maricel contraatacó diciendo que las organizaciones son personas. Lo que iba tomar minutos abarcó horas.
Al final Martín cedió. Ganó Maricel. Bueno, en realidad no sabemos. Ojalá haya ganado Maricel.