Hay quienes se apasionan narrando historias y compartiéndolas con otras personas, pero, a la vez, gustan de hacerlo en soledad y en silencio. Si conocen a alguien así, con esa misma pasión, con ese mismo gusto, conocen a un escritor. No importa que se trate de un hombre o de una mujer que no haya escrito libros, porque como decía Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita: “hasta el siniestro se hace diestro por el amor al oficio”. Lo que define a un escritor -ahora lo sé- no es la publicación, sino la pasión. Por lo demás, si el escritor sostiene esa pasión por varios años, es probable que sus escritos terminen en un libro. Solo es cuestión de tiempo.
En el año 1986 empecé a redactar un boletín interno. Trabajaba de noche hasta muy entrada la madrugada, pero recuerdo claramente que jamás me sentí solo. Me acompañaban una incondicional Olivetti verde, una vieja cafetera eléctrica y los nuevos discos de Charly García. El trabajo era vertiginoso ya que el boletín tenía frecuencia semanal de publicación, pero creo que fue esa intensidad la que hizo que este siniestro fuera haciéndose un poco diestro.
Han pasado treinta años, ya no redacto el boletín, pero sigo escribiendo por las noches. Por fortuna para mi esposa, y gracias a la tecnología, ya no hago tanto ruido al teclear. Sin embargo siento en mis dedos la misma fuerza de entonces. O más. Sigo intentando mejorar como escritor leyendo cómo los grandes escritores escriben. Alguna vez lo lograré, mientras tanto disfruto muchísimo cada lectura. Uno de mis títulos predilectos es “Mientras escribo” de Stephen King, el cual me recomendó mi querido amigo Roberto Casasnovas. King le dedicó la vida a escribir, y se nota. Otros trabajamos de otras cosas y cuando nos queda tiempo, por las noches, escribimos. Eso también se nota. De todas maneras creo haber mejorado un poco en este nuevo libro. Para avanzar, desde hace un tiempo, he comenzado a escribir también de día, mientras trabajo.
Manuel Tessi
RedINSIDE@Comunicacion1A.com
@ManuelTessi