Una leyenda azteca
Uno: cómo divisar una serpiente entre cientos de árboles, entre mil piedras, entre millones de recovecos naturales. Dos: cómo perseguirla y alcanzarla antes de que logre escurrirse, escondiéndose o mimetizándose con el medio ambiente. Tres: cómo atraparla sin darle tiempo a contraatacar con su mortal veneno. Cuestionamientos fáciles de responder si pensamos en un águila. Sus ojos, sus alas y sus garras contestan rápidamente las tres preguntas. En particular sus ojos, su visión, su habilidad para ver lo que muy pocos pueden ver.
Se dice que si un ser humano tuviera la vista de un águila, no podría disfrutar una película en el cine o un programa en la televisión. Vería veinticuatro fotos por segundo en el celuloide o millones de puntos coloridos en la pantalla de un televisor. Pero la imperfecta vista humana resume esas fotos estáticas y las une haciéndolas movimiento, o junta millones de puntos diferentes y los hace una sola imagen. Así aparece la ilusión, la quimera, la idea de que algo inmóvil se mueve o de que algo dividido se junta. Pero un águila sabría que es mentira. Vería en la pantalla cada foto, cada punto, cada inimaginable detalle.
Gracias a ese ojo único fue fundada la ciudad de México. Cuenta la leyenda que donde los fundadores hallaran el águila devorando a la serpiente asentarían la población. Acaso gracias a aquella valiente ave y a su aguda vista hoy existe la ciudad más grande de toda la lengua hispana. Acaso por eso también en esa ciudad hoy surgen otras “águilas”, de mirada sutil, que ya no divisan serpientes, sino necesidades y problemas organizacionales que podrían generar consecuencias mucho más amenazantes. Son los comunicadores internos mexicanos, que estudian, entrenan y se especializan para fundar en sus organizaciones una nueva forma de trabajar, más armónica y mejor comunicada. Agudizan sus sentidos para lograr una comunicación interna realmente integrada. Afinan el ojo para no dejarse engañar por ilusiones de mejora. Se desafían para superar paradigmas simplistas de gestión, esos que no aportan soluciones de fondo al problema, porque no pueden divisar las verdaderas causas.
El escudo de los Estados Unidos Mexicanos y la bandera nacional le brindan homenaje a aquella valiente águila. Esa imagen inspiradora nos presta hoy su metáfora para brindarle homenaje también a los Comunicadores Internos Mexicanos. A esos profesionales que vuelan cada vez más alto en nuestra especialidad, con verdadero ojo de águila.
La leyenda relata que los mexicas viajaron desde Aztlán, actualmente Nayarit, buscando la señal que Huitzilopochtli les había dado para establecerse y fundar su imperio con su centro: Tenochtitlan. Esa señal que Huitzilopochtli les había dado era el águila y la serpiente, “un águila posada sobre un nopal y desgarrando a una serpiente”, y la hallaron en el Valle de México, a las orillas del lago de Anáhuac, sobre un islote.
(Fuente: RedMexicana.com) http://www.redmexicana.com/simbolospatrios/escudo.asp