Acaba de cumplir 64 años. Es músico. Toda su vida hizo música. En términos de vocación podríamos decir que siempre se respetó. Siempre hizo lo mismo. Pero a la vez, siempre cambió.
En la infancia estudió a Mozart, a Chopin, a Brahms. “Cuando era niño nunca fui muy listo, tocaba el piano como un animal”. En la pubertad cambió: tenía doce años cuando escuchó a los Beatles y se dijo: quiero hacer esto en castellano.
Cuando alcanzó el éxito con su banda del colegio secundario (Sui Generis) llenó dos veces un estadio de Buenos Aires y le dijo “Adiós”. Tenía 23 años. Disolvió esa agrupación y creó una nueva, una distinta, que pocos entendieron: La máquina de hacer pájaros. Una banda de culto, “el Yes del subdesarrollo”, que casi no vendió placas.
Así fue su carrera, cambiante, mutable, diferente. El primer disco de su grupo Serú Girán fue incomprendido. Tan incomprendido como aclamado fue el segundo, el tercero… Y cuando todos empezaron a cantar sus canciones, él las volvió a cambiar. Su rebeldía no solo iba dirigida a gobiernos de facto.
A los 33 años, después de sobrevivir en un país que no perdonaba canciones de protesta, compuso “Raros peinados nuevos”, un tema que, una vez más, pocos entendieron. No había protesta. Una música inaceptablemente bailable sumaba una letra inaceptablemente permisiva que decía “ya no quiero criticar”.
Quienes trabajamos para trabajadores, quienes comunicamos para motivar a empleados, quienes redactamos mensajes para lidiar con la rutina laboral, no podemos saltear una frase de esa canción: “Y si trabajás al pedo y estás haciendo algo nuevo, adelante”. Sí, es verdad, no podemos publicar malas palabras en la intranet, aunque uno sabe que esa frase motivaría a más de un trabajador.
Esa misma canción, en la estrofa final dice: “De chiquito fui aviador, pero ahora soy un enfermero”. Y cuando la frase la dice, la canta, la grita, aquel Charly García de 33 años, es una especie de dictamen, de adagio, de sentencia. Escrita por él es casi un veredicto: respetar la vocación no es hacer siempre lo mismo.
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Extracto de entrevista realizada por la revista Pelo
a Charly García cuando tenía 23 años
PELO: ¿Contribuye al desgaste de un grupo su propia popularidad, el hecho de tener que presentarse asiduamente tocando el mismo material?
CHARLIE: Evidentemente. El tocar siempre lo mismo, convierte al grupo en una especie de máquina. Pero es un problema del país, del medio. Si no haces diez shows por semana, no tenés ni para comprarte una púa. Y ojo…, porque la gente se cree que estamos llenos de plata. Simplemente vivimos al día, no podemos darnos el lujo de parar de tocar ni siquiera por diez días. Sui Generis antes comía fideos todos los días, ahora podemos comer carne y otras cosas…