Un caso de comunicación gerencial

Jean Pierre, el gerente general, era un hombre tímido. Hábil en las finanzas y brillante en los negocios, no mostraba las mismas habilidades en su comunicación personal. Era común verlo incómodo y retraído al hablar frente a otras personas y más aún cuando debía comunicarse con pares o superiores de la empresa. Acaso por eso al momento de trabajar reducía al mínimo los intercambios orales, las reuniones cara a cara y las llamadas telefónicas. Con el correo -decía- las cosas quedan claras, documentadas y puede adjuntársele un Excel. El hombre tenía tanta fortaleza con los números como debilidad con las palabras (lo primero lo sabía a cabalidad, lo segundo, no). Cuando le preguntamos por qué no alentaba encuentros presenciales entre los equipos o las áreas de la empresa, simplemente nos respondió que no le gustaba el lobby.
Lo cierto es que aún así, con una comunicación limitada, asentada en una timidez escasamente explorada, Jean Pierre hizo una gran carrera profesional dentro de la empresa multinacional en la que se desempeñaba. En su primer ascenso logró un sueño de juventud: trabajar en otro país. Dejó su Suiza natal para ocupar una posición de supervisor en Hong Kong y desde ahí, siempre con buenos logros numéricos, ascendió a puestos y destinos cada vez más desafiantes. Así lo conocimos, cuando llegó a ocupar la posición de country manager en Argentina.
En el primer año como gerente general
logró resultados históricos
en la operación del país.
En ese primer año como gerente general logró resultados históricos en la operación del país. Y en el segundo superó su propio récord. Al llegar la reunión anual de directores en Suiza pudo comprobar que Argentina había logrado por dos años consecutivos los mejores resultados de la región Cono Sur. Pero al comenzar el tercer año la curva de logros empezó a amainar y relacionó este hecho con los recientes resultados de la encuesta de clima. Según esta medición, la satisfacción laboral ya no era óptima y el indicador más preocupante era la comunicación interna. Sin vacilar Jean Pierre solicitó asesorarse con especialistas. Allí tuvimos el placer de comenzar a trabajar con él.
Sin duda Jean Pierre era un profesional extraordinario. En un brevísimo lapso de asesoramiento implementó acciones que mejoraron el estado de la comunicación en toda la empresa. Al final de su tercer año de gestión los resultados volvieron a crecer, esta vez de la mano de las mejoras comunicacionales que implementó. Sin embargo, a pesar de esta recuperación, algo más de su propia comunicación lo inquietaba. Jean Pierre sentía que sus jefes en Europa no percibían su trabajo como él creía que merecía. Si bien había logrado ser la operación más destacada de Cono Sur, durante las reuniones de resultados por país observaba que las autoridades en Suiza consideraban más a otros colegas de Sudamérica que a él. Aún cuando sus logros marcaban hitos en toda la Región. Esta situación profesional y también -debemos decirlo- un evento personal, hicieron que Jean Pierre, por primera vez en su carrera, revisara, cuestionara y finalmente mejorara sus habilidades como comunicador. Y las mejoró de manera extraordinaria.
“Mis jefes valoran mis números
pero no mis palabras.”
En reunión privada nos solicitó entrenamiento y herramientas de comunicación. Resumió su objetivo así: mis jefes valoran mis números pero no mis palabras. Los últimos ascensos los han otorgado a pares míos de otros países que no me superan en resultados económicos… pero sí en la forma en que presentan esos resultados. Quiero ser considerado por mis jefes en los próximos ascensos. Luego de hacerle varias preguntas comprobamos que esta misma situación se había repetido otras veces en su carrera, aunque nunca antes le había molestado. Su timidez y su limitada comunicación había provocado estas “injusticias” más de una vez en el ejercicio de su profesión, pero solo en esta oportunidad, según sus propias palabras, la situación era distinta. ¿Por qué Jean Pierre ahora querría cambiar?
Un evento personal -no profesional, como marcamos más arriba- le hizo ver la comunicación de manera diferente. Hablar en público de forma elocuente y extravertida dejó de ser mero lobby laboral y pasó a ser toda una necesidad personal. Se explicó con detalles, con un brief de comunicación extraordinario. Relató que su hija de 16 años pronto iría a la universidad y que en una reciente reunión familiar ella había declarado en la sobremesa que quería hacer sus estudios en Europa. Al principio no entendimos bien la situación, pero cuando aclaró que por ningún motivo él y su esposa vivirían lejos de su hija mayor, empezamos a comprender. Si Jean Pierre en su próxima presentación de resultados no lograba impactar a sus jefes perdería la posibilidad de ser ascendido como country manager en un país europeo. Su urgencia por convertirse en un buen comunicador superaba lo profesional. En la siguiente reunión en Suiza debía persuadir, ya no solo con números, sino también con palabras, a sus jefes. Entrenarse en comunicación, incorporar herramientas metodológicas, superar su timidez y hablar con elocuencia frente a otras personas ya era un asunto personal.

Trabajó duro. Los primeros ejercicios que realizó fueron de comunicación intrapersonal. Comenzó a escribir sus logros económicos en un Word. Le pedimos que explicara detalladamente, con palabras, los números que lograba en el Excel. Luego aprendió a transmitir eso mismo de manera oral. Aprendió a narrar -primero frente a sus equipos de Argentina- la historia que había detrás de los resultados económicos. Al finalizar ese año obtuvo un nuevo récord: junto con los mejores indicadores financieros de Sudamérica logró los mejores registro de Clima Laboral en la Región. El resto del relato es anecdótico: al siguiente año Jean Pierre logró la posición de country manager en un país de Europa. Primero se desempeñó en Dinamarca, unos años después en Italia. Siempre acompañado de su esposa. Siempre cerca de su hija universitaria. Hoy Jean Pierre volvió a su Suiza natal y sigue destacándose profesionalmente en esta importante empresa multinacional. Hoy ocupa una silla de la mesa directiva. Una de esas sillas donde antes se sentaban sus jefes.
