Uno no llega a ser héroe de un día para el otro. Es necesario que pasen muchos años antes de serlo. En la mayoría de los casos, no sé si saben, un superhéroe comienza a forjarse desde muy chico. Uno está jugando lo más tranquilo y de repente algo malo sucede, algo injusto pasa. A partir de ese momento el corazón de uno no puede evitar pensar en una causa, en hacer justicia, en hacer algo que ponga las cosas en su lugar. Entonces empiezan las alternativas: usar antifaz, ponerse una capa, conseguir una nave voladora y entrenar hasta que salgan de uno esos poderes especiales. Así fue en mi caso al menos. Pero hoy no les contaré mi historia para no ser autorreferente. Solo diré que mi infancia no fue mejor que la de Megamente.
Esta vez prefiero, en vez de escribir sobre una experiencia propia, mostrarles un video. Un video de otro valiente. Un video que muestra cómo nace un superhéroe. No crean que es chiste (cómo me molesta que no me tomen en serio). Es la historia de un niño que vive al otro lado del mundo, más precisamente en Tailandia. Tendrá unos siete u ocho años. Resulta que un día en el colegio la maestra pidió como tarea que cada alumno ideara un superhéroe. Y así apareció él. Así nos enteramos de su existencia.
Bueno, dejo de escribir y se los muestro. Solo aclararé un par de cosas antes: me emociona este personaje porque es el superhéroe de un trabajador (más específicamente de una trabajadora); me inspira porque sabe que los trabajadores muchas veces sufren y él busca una forma original de ayudarlos (de ayudarla); me inspira el video porque es el comercial de una buena compañía de seguros, hecho por buenos comunicadores, que se basaron en un caso real. Si, real. No es un chiste. Lo digo sobre todo para esos que andan diciendo que soy poco serio. Para esos que se burlan de mí. Para esos que ignoran lo necesario que es a veces ponerle un poco de humor a aquello que es demasiado serio.